Chesterton y el Trabajador Católico insistían que toda la gente había sido creada a imagen y semejanza de Dios y no debería ser tratada como piñones de una maquinaria u obligada a trabajar 12 horas diarias en trabajos forzados con sueldos de esclavitud, mientras que las grandes corporaciones y sus directores se hacían fabulosamente ricos.
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